La pregunta Requiere pensar la relación de esencia entre ser yerno y la historia del psicoanálisis ya que esta condición sostiene y decide la posición de Miller; su política, el manejo del poder, su relación con la causa y hasta las domésticas rencillas institucionales. Ser yerno es lo que le ha permitido expandir su en nombre del suegro, abrir escuelas en todo el mundo, manejar publicaciones, hacerse dueño de la enseñanza de Lacan y lo más grave: dosificar la publicación de los seminarios escudado en su estatuto de albacea.Aquí se cuenta la historia del instituto que persigue a Miller. Haga lo que haga, diga lo que diga, funde lo que funde, siempre es el yerno de Lacan y cada vez que así lo nombran le escamotean su nombre propio, cuya reivindicación busca afanosa e inútilmente.Insulto, nombre propio, lazos familiares, arribismo, historias de guerras intestinas, con múltiples referencias a personajes históricos y literarios con todos los cuales Miller se identifica y se trasviste, referencias que sólo apuntan a un único propósito: develar su lugar en el psicoanálisis.A partir de y tomando esta correspondencia como un momento privilegiado del estado actual del psicoanálisis, se ha llevado a cabo una lectura rigurosa del material que ofrecen sus intervenciones, artículos y cursos, tribuna que anualmente le permite proseguir con el discurso que lo localiza como el heredero legítimo de Lacan, herencia y legitimidad que también se pone en cuestión.Con Miller y sólo con él, surge en el psicoanálisis la cuestión del ser-yerno-de y, si bien hay otros yernos en el movimiento psicoanalítico, ninguno da con la talla de ser un asunto histórico, en tanto los otros suegros no son Lacan. El lugar de Miller aún no ha sido pensado. Hasta ahora, su persona ha suscitado una adhesión sin fronteras o una crítica que siempre ataca su autoritarismo y acaparamiento de la herencia de Lacan. Ningunas de las dos posturas ha dado lugar a un comentario que traspase los límites de las pugnas institucionales no tome la forma de un trabajo de lectura tal como se propone en este libro.¿Qué soy en la historia del psicoanálisis, el yerno de Lacan para la eternidad Requiere pensar la relación de esencia entre ser yerno y la historia del psicoanálisis ya que esta condición sostiene y decide la posición de Miller; su política, el manejo del poder, su relación con la causa y hasta las domésticas rencillas institucionales. Ser yerno es lo que le ha permitido expandir su en nombre del suegro, abrir escuelas en todo el mundo, manejar publicaciones, hacerse dueño de la enseñanza de Lacan y lo más grave: dosificar la publicación de los seminarios escudado en su estatuto de albacea.Aquí se cuenta la historia del instituto que persigue a Miller. Haga lo que haga, diga lo que diga, funde lo que funde, siempre es el yerno de Lacan y cada vez que así lo nombran le escamotean su nombre propio, cuya reivindicación busca afanosa e inútilmente.Insulto, nombre propio, lazos familiares, arribismo, historias de guerras intestinas, con múltiples referencias a personajes históricos y literarios con todos los cuales Miller se identifica y se trasviste, referencias que sólo apuntan a un único propósito: develar su lugar en el psicoanálisis.A partir de y tomando esta correspondencia como un momento privilegiado del estado actual del psicoanálisis, se ha llevado a cabo una lectura rigurosa del material que ofrecen sus intervenciones, artículos y cursos, tribuna que anualmente le permite proseguir con el discurso que lo localiza como el heredero legítimo de Lacan, herencia y legitimidad que también se pone en cuestión.Con Miller y sólo con él, surge en el psicoanálisis la cuestión del ser-yerno-de y, si bien hay otros yernos en el movimiento psicoanalítico, ninguno da con la talla de ser un asunto histórico, en tanto los otros suegros no son Lacan. El lugar de Miller aún no ha sido pensado. Hasta ahora, su persona ha suscitado una adhesión sin fronteras o una crítica que siempre ataca su autoritarismo y acaparamiento de la herencia de Lacan. Ningunas de las dos posturas ha dado lugar a un comentario que traspase los límites de las pugnas institucionales no tome la forma de un trabajo de lectura tal como se propone en este libro.furor fundadi en nombre del suegro, abrir escuelas en todo el mundo, manejar publicaciones, hacerse dueño de la enseñanza de Lacan y lo más grave: dosificar la publicación de los seminarios escudado en su estatuto de albacea.Aquí se cuenta la historia del instituto que persigue a Miller. Haga lo que haga, diga lo que diga, funde lo que funde, siempre es el yerno de Lacan y cada vez que así lo nombran le escamotean su nombre propio, cuya reivindicación busca afanosa e inútilmente.Insulto, nombre propio, lazos familiares, arribismo, historias de guerras intestinas, con múltiples referencias a personajes históricos y literarios con todos los cuales Miller se identifica y se trasviste, referencias que sólo apuntan a un único propósito: develar su lugar en el psicoanálisis.A partir de y tomando esta correspondencia como un momento privilegiado del estado actual del psicoanálisis, se ha llevado a cabo una lectura rigurosa del material que ofrecen sus intervenciones, artículos y cursos, tribuna que anualmente le permite proseguir con el discurso que lo localiza como el heredero legítimo de Lacan, herencia y legitimidad que también se pone en cuestión.Con Miller y sólo con él, surge en el psicoanálisis la cuestión del ser-yerno-de y, si bien hay otros yernos en el movimiento psicoanalítico, ninguno da con la talla de ser un asunto histórico, en tanto los otros suegros no son Lacan. El lugar de Miller aún no ha sido pensado. Hasta ahora, su persona ha suscitado una adhesión sin fronteras o una crítica que siempre ataca su autoritarismo y acaparamiento de la herencia de Lacan. Ningunas de las dos posturas ha dado lugar a un comentario que traspase los límites de las pugnas institucionales no tome la forma de un trabajo de lectura tal como se propone en este libro.Aquí se cuenta la historia del instituto que persigue a Miller. Haga lo que haga, diga lo que diga, funde lo que funde, siempre es el yerno de Lacan y cada vez que así lo nombran le escamotean su nombre propio, cuya reivindicación busca afanosa e inútilmente.Insulto, nombre propio, lazos familiares, arribismo, historias de guerras intestinas, con múltiples referencias a personajes históricos y literarios con todos los cuales Miller se identifica y se trasviste, referencias que sólo apuntan a un único propósito: develar su lugar en el psicoanálisis.A partir de y tomando esta correspondencia como un momento privilegiado del estado actual del psicoanálisis, se ha llevado a cabo una lectura rigurosa del material que ofrecen sus intervenciones, artículos y cursos, tribuna que anualmente le permite proseguir con el discurso que lo localiza como el heredero legítimo de Lacan, herencia y legitimidad que también se pone en cuestión.Con Miller y sólo con él, surge en el psicoanálisis la cuestión del ser-yerno-de y, si bien hay otros yernos en el movimiento psicoanalítico, ninguno da con la talla de ser un asunto histórico, en tanto los otros suegros no son Lacan. El lugar de Miller aún no ha sido pensado. Hasta ahora, su persona ha suscitado una adhesión sin fronteras o una crítica que siempre ataca su autoritarismo y acaparamiento de la herencia de Lacan. Ningunas de las dos posturas ha dado lugar a un comentario que traspase los límites de las pugnas institucionales no tome la forma de un trabajo de lectura tal como se propone en este libro.Insulto, nombre propio, lazos familiares, arribismo, historias de guerras intestinas, con múltiples referencias a personajes históricos y literarios con todos los cuales Miller se identifica y se trasviste, referencias que sólo apuntan a un único propósito: develar su lugar en el psicoanálisis.A partir de y tomando esta correspondencia como un momento privilegiado del estado actual del psicoanálisis, se ha llevado a cabo una lectura rigurosa del material que ofrecen sus intervenciones, artículos y cursos, tribuna que anualmente le permite proseguir con el discurso que lo localiza como el heredero legítimo de Lacan, herencia y legitimidad que también se pone en cuestión.Con Miller y sólo con él, surge en el psicoanálisis la cuestión del ser-yerno-de y, si bien hay otros yernos en el movimiento psicoanalítico, ninguno da con la talla de ser un asunto histórico, en tanto los otros suegros no son Lacan. 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Ningunas de las dos posturas ha dado lugar a un comentario que traspase los límites de las pugnas institucionales no tome la forma de un trabajo de lectura tal como se propone en este libro.A partir de y tomando esta correspondencia como un momento privilegiado del estado actual del psicoanálisis, se ha llevado a cabo una lectura rigurosa del material que ofrecen sus intervenciones, artículos y cursos, tribuna que anualmente le permite proseguir con el discurso que lo localiza como el heredero legítimo de Lacan, herencia y legitimidad que también se pone en cuestión.Con Miller y sólo con él, surge en el psicoanálisis la cuestión del ser-yerno-de y, si bien hay otros yernos en el movimiento psicoanalítico, ninguno da con la talla de ser un asunto histórico, en tanto los otros suegros no son Lacan. El lugar de Miller aún no ha sido pensado. Hasta ahora, su persona ha suscitado una adhesión sin fronteras o una crítica que siempre ataca su autoritarismo y acaparamiento de la herencia de Lacan. Ningunas de las dos posturas ha dado lugar a un comentario que traspase los límites de las pugnas institucionales no tome la forma de un trabajo de lectura tal como se propone en este libro.Las cartas a la opinión ilustrada y tomando esta correspondencia como un momento privilegiado del estado actual del psicoanálisis, se ha llevado a cabo una lectura rigurosa del material que ofrecen sus intervenciones, artículos y cursos, tribuna que anualmente le permite proseguir con el discurso que lo localiza como el heredero legítimo de Lacan, herencia y legitimidad que también se pone en cuestión.Con Miller y sólo con él, surge en el psicoanálisis la cuestión del ser-yerno-de y, si bien hay otros yernos en el movimiento psicoanalítico, ninguno da con la talla de ser un asunto histórico, en tanto los otros suegros no son Lacan. El lugar de Miller aún no ha sido pensado. Hasta ahora, su persona ha suscitado una adhesión sin fronteras o una crítica que siempre ataca su autoritarismo y acaparamiento de la herencia de Lacan. Ningunas de las dos posturas ha dado lugar a un comentario que traspase los límites de las pugnas institucionales no tome la forma de un trabajo de lectura tal como se propone en este libro.Con Miller y sólo con él, surge en el psicoanálisis la cuestión del ser-yerno-de y, si bien hay otros yernos en el movimiento psicoanalítico, ninguno da con la talla de ser un asunto histórico, en tanto los otros suegros no son Lacan. El lugar de Miller aún no ha sido pensado. Hasta ahora, su persona ha suscitado una adhesión sin fronteras o una crítica que siempre ataca su autoritarismo y acaparamiento de la herencia de Lacan. Ningunas de las dos posturas ha dado lugar a un comentario que traspase los límites de las pugnas institucionales no tome la forma de un trabajo de lectura tal como se propone en este libro.