Gabriel García Márquez consiguió, más que ningún otro, que esa línea difusa y caprichosa entre la realidad y la ficción se confundiera para siempre, sin caer en transgresiones a los estatutos rigurosos de una y otra en lo que tiene que ver con la verdad, y en la conciencia de que violar esos códigos sagrados de la literatura y el periodismo es algo que no perdona el lector inteligente. La simbiosis sin conflicto entre esos dos mundos es algo que ...