Al finalizar la década del setenta, el esfuerzo conjunto de un sector de críticos de arte dio como resultado la institucionalización del arte conceptual en Colombia. En la década siguiente, su corta duración y poca trascendencia delató sus debilidades más profundas: artistas desinformados que se oponían a ser clasificados como conceptuales, jóvenes que debieron olvidar sus promisorias carreras para dedicarse a trabajos remunerados, críticos que no querían orientar a la opinión pública ni escribir crítica de arte, curadores ambiciosos y egocéntricos, élites enfadadas y encendidas maoístas. Todos ellos, tímidos protagonistas de una historia del arte en Colombia que está por escribirse, y que, en honor a la verdad, debe dar cuenta de la manera compleja, contradictoria y excluyente como se constituyó históricamente el campo artístico en el país del Frente Nacional, bajo el orden mundial de la Guerra Fría, donde se entendió que el arte conceptual era una moda cultural extranjera a la que se debía oponer resistencia, o un movimiento moderno que ya había muerto en los países más avanzados. Esta investigación reconstruye este proceso lleno de reveses y desmonta varios mitos establecidos por la historia oficial sobre el arte conceptual en Colombia.Todos ellos, tímidos protagonistas de una historia del arte en Colombia que está por escribirse, y que, en honor a la verdad, debe dar cuenta de la manera compleja, contradictoria y excluyente como se constituyó históricamente el campo artístico en el país del Frente Nacional, bajo el orden mundial de la Guerra Fría, donde se entendió que el arte conceptual era una moda cultural extranjera a la que se debía oponer resistencia, o un movimiento moderno que ya había muerto en los países más avanzados. Esta investigación reconstruye este proceso lleno de reveses y desmonta varios mitos establecidos por la historia oficial sobre el arte conceptual en Colombia.