Se sabe, aunque la Iglesia siempre ha pasado de puntillas sobre este hecho, que San Agustín, más tarde Padre de la Iglesia latina, tuvo en su juventud una amante que le dio un hijo al que amó con predilección. Vita brevis (1996), la primera novela de Jostein Gaarder no dirigida al lector juvenil, es la carta manuscrita que supuestamente Floria, su amante, le escribió al hilo de la lectura de sus Confesiones, la obra fundamental del santo obispo de Hipona. En ella, con ironía y sarcasmo, critica a Agustín por haber abandonado el verdadero y auténtico amor humano para entregarse a uno divino, del que poco se sabe.