No me acuerdo bien del día que dicen que fui a leer a la Academia de Solitaría y Tristeza. Aunque seguro que sí fui. De lo que nunca me voy a olvidar es de la Academia en sí, de su historia y de sus alumnos y profesores, después de leer este primer tomo de las memorias que tan prolijamente han compilado Gabriel Jaime Lopera y Rubelio Alberto López, autores cuyos nombres parecen sacados de la realidad. Empecé a leerlo un domingo por la tarde con l...