La Universidad Central ha tenido a bien reeditar la obra Manuelita, la Libertadora, como homenaje a los próceres dentro de la celebración del Bicentenario de la Independencia. Igualmente quiso hacer de esta edición un bello libro ilustrado, lo cual le ha dado un atractivo especial que hace que sus lectores se deleiten no sólo en el riquísimo contenido poético e histórico de la obra, sino también en sus reproducciones y láminas, que evocan momentos decisivos así como escenas pintorescas del proceso independentista: la llegada triunfal del Libertador a Quito, el 16 de junio de 1822: la Noche Septembrina en el Palacio de San Carlos, en Bogotá, y las celebraciones en los salones de la quinta La Magdalena, en Lima. Asimismo, esta edición incorpora fotografías que se constituyen en la memoria gráfica de las representaciones de la pieza en el Teatro de Colón de Bogotá, a mediados del siglo pasado. El autor sonreiría de gratitud y satisfacción al ver editada su obra con tal delicado esmero. Manuelita, la Libertadora es, en la familia Gnecco, un símbolo de unión, de admiración por sus antecesores y de recordación de deliciosas reuniones alrededor de las varias representaciones profesionales y de extenuantes ensayos entre los miembros de la familia, como se ha hecho en varias ocasiones para lograr una puesta en escena, digna de su autor y siempre a beneficio de obras sociales. Manuelita fue el prototipo de la mujer bella, criolla, salida de esa mezcla española y americana. «Fue siempre de un carácter indomable, pero qué bello carácter, tan sensitiva, tan generosa, tan caritativa», como se refiere a ella la Madre Superiora del Convento de Santa Catalina en la obra. Capaz de arrollar por sus convicciones todo lo que se le interpusiera, fue incondicional con la libertad de estos pueblos y se entregó de cuerpo y alma, desde que lo conoció, al Libertador. No es otra la Manuela que se manifiesta en la obra, con una energía y un amor por la patria que contagian, y hacen sentir al lector y al espectador esa combinación de orgullo, admiración y respeto por sus libertadores y sus instituciones. Sea esta edición la oportunidad de rendir tributo a las glorias pasadas, a propósito de la celebración del Bicentenario de la Independencia.Manuelita, la Libertadora es, en la familia Gnecco, un símbolo de unión, de admiración por sus antecesores y de recordación de deliciosas reuniones alrededor de las varias representaciones profesionales y de extenuantes ensayos entre los miembros de la familia, como se ha hecho en varias ocasiones para lograr una puesta en escena, digna de su autor y siempre a beneficio de obras sociales. Manuelita fue el prototipo de la mujer bella, criolla, salida de esa mezcla española y americana. «Fue siempre de un carácter indomable, pero qué bello carácter, tan sensitiva, tan generosa, tan caritativa», como se refiere a ella la Madre Superiora del Convento de Santa Catalina en la obra. Capaz de arrollar por sus convicciones todo lo que se le interpusiera, fue incondicional con la libertad de estos pueblos y se entregó de cuerpo y alma, desde que lo conoció, al Libertador. No es otra la Manuela que se manifiesta en la obra, con una energía y un amor por la patria que contagian, y hacen sentir al lector y al espectador esa combinación de orgullo, admiración y respeto por sus libertadores y sus instituciones. Sea esta edición la oportunidad de rendir tributo a las glorias pasadas, a propósito de la celebración del Bicentenario de la Independencia. Manuelita fue el prototipo de la mujer bella, criolla, salida de esa mezcla española y americana. «Fue siempre de un carácter indomable, pero qué bello carácter, tan sensitiva, tan generosa, tan caritativa», como se refiere a ella la Madre Superiora del Convento de Santa Catalina en la obra. Capaz de arrollar por sus convicciones todo lo que se le interpusiera, fue incondicional con la libertad de estos pueblos y se entregó de cuerpo y alma, desde que lo conoció, al Libertador. No es otra la Manuela que se manifiesta en la obra, con una energía y un amor por la patria que contagian, y hacen sentir al lector y al espectador esa combinación de orgullo, admiración y respeto por sus libertadores y sus instituciones. Sea esta edición la oportunidad de rendir tributo a las glorias pasadas, a propósito de la celebración del Bicentenario de la Independencia.Manuelita fue el prototipo de la mujer bella, criolla, salida de esa mezcla española y americana. «Fue siempre de un carácter indomable, pero qué bello carácter, tan sensitiva, tan generosa, tan caritativa», como se refiere a ella la Madre Superiora del Convento de Santa Catalina en la obra. Capaz de arrollar por sus convicciones todo lo que se le interpusiera, fue incondicional con la libertad de estos pueblos y se entregó de cuerpo y alma, desde que lo conoció, al Libertador. No es otra la Manuela que se manifiesta en la obra, con una energía y un amor por la patria que contagian, y hacen sentir al lector y al espectador esa combinación de orgullo, admiración y respeto por sus libertadores y sus instituciones. Sea esta edición la oportunidad de rendir tributo a las glorias pasadas, a propósito de la celebración del Bicentenario de la Independencia.