Este texto puede entenderse mejor si se le ve como parte de un proceso de cambio más amplio: el que se dio en el mundo atlántico durante la segunda mitad del siglo XVIII y los primeros años del XIX. La independencia no fue un movimiento anticolonial; fue parte tanto de la revolución del mundo hispánico y la desintegración de la monarquía española como resultado de la invasión francesa de la Península. El colapso de la monarquía española en 1808 desencadenó una serie de acontecimientos que culminaron con el establecimiento de un gobierno representativo en todo el mundo hispánico. En última instancia, esto desembocaría en la creación de un parlamento imperial, las Cortes, y en la Constitución de 1812, que establecería un gobierno representativo para la nación española en todo el mundo, en la que todos los hombres libres se convirtieron en españoles. En América, la revolución política del mundo hispánico estuvo acompañada de una lucha respecto a quién debía gobernar. La primera fase de este conflicto enfrentó a los españoles europeos que conformaban un grupo privilegiado con los españoles americanos, la burguesía del Nuevo Mundo o clase media. Se dieron divisiones tanto entre estos grupos como dentro de ellos. Algunos peninsulares apoyaban el nuevo orden mientras que muchos criollos favorecían el antiguo. La lucha por el poder que se dio en las clases alta y media brindó oportunidad a los grupos rurales y urbanos descontentos de presentar sus demandas. Las disputas regionales complicaron todavía más la pugna en América. Estas tensiones precipitaron la violencia, la guerra civil y el terror ofreciendo a los jefes militares oportunidades para obtener poder, riqueza y posición. La tradición liberal del gobierno constitucional y representativo que había surgido en las Cortes de Cádiz y en los regímenes rivales en América, junto con el logro de la condición de nación, constituye la herencia más importante de los procesos de la independencia de la América española.En América, la revolución política del mundo hispánico estuvo acompañada de una lucha respecto a quién debía gobernar. La primera fase de este conflicto enfrentó a los españoles europeos que conformaban un grupo privilegiado con los españoles americanos, la burguesía del Nuevo Mundo o clase media. Se dieron divisiones tanto entre estos grupos como dentro de ellos. Algunos peninsulares apoyaban el nuevo orden mientras que muchos criollos favorecían el antiguo. La lucha por el poder que se dio en las clases alta y media brindó oportunidad a los grupos rurales y urbanos descontentos de presentar sus demandas. Las disputas regionales complicaron todavía más la pugna en América. Estas tensiones precipitaron la violencia, la guerra civil y el terror ofreciendo a los jefes militares oportunidades para obtener poder, riqueza y posición. La tradición liberal del gobierno constitucional y representativo que había surgido en las Cortes de Cádiz y en los regímenes rivales en América, junto con el logro de la condición de nación, constituye la herencia más importante de los procesos de la independencia de la América española.La tradición liberal del gobierno constitucional y representativo que había surgido en las Cortes de Cádiz y en los regímenes rivales en América, junto con el logro de la condición de nación, constituye la herencia más importante de los procesos de la independencia de la América española.