Existe una habilidad que sólo tienen unos pocos y que consigue que divises la luz del horizonte, te quites los zapatos y camines adentrándote en el mar para sentirte parte de él. Verso a verso, vas convirtiéndote en alga sedosa que anhela derivar cual Náyade en este reguero de ternuras en femenino, de compromiso estético, de conciliación y avenencia, de hondos corales donde el amor inventa su paisaje de palabras astrales, que Asunción Caballero hilvana como cenefa griega una y otra vez asemejando las olas, como lo hace la lluvia persistente, igual que esa luna cíclica que redondea nívea al final de sus etapas. (Texto extraído del prólogo de Rocío Biedma.)