Ricardo volvía de tomar un café bien cargado. Los viajes en tren le adormilaban sobremanera. Al regresar a su asiento, tropezó con algo que casi le hace caer cuando intentaba esquivarlo. Había oído hablar de libros dejados en ciertos puntos de las ciudades con el objetivo de que pasaran de mano en mano. Hasta ahora no se había tropezado con ninguno. No creía que algo así pudiera suceder en un tren. No obstante, lo abrió y observó el índice. El título de una de aquellas historias captó su atención y empezó a leer: ?Malignocencia?.