Al mirar nuestros ríos, mares, lagunas y ciénagas, los colombianos podemos sentirnos afortunados de ser habitantes de uno de los países más ricos en su hidrografía, con potencialidades para una pesca abundante que se convierta en bastión para op- timizar la economía nacional.
Sin embargo, al escudriñar en los confines del diario trajinar de nuestras comunidades pesqueras, hallamos que se debaten en otra realidad que es triste, cruda y violenta...