Algo que caracterizó a Alemania desde su unificación bajo Bismarck en 1871 fue el ser un país hegemónico a medias, una potencia mundial joven y no lo suficientemente establecida -y por ello frágil-, por lo cual para sus dirigentes se hizo siempre necesario resolver este estado inestable en el que su propia existencia como nueva potencia entre las otras estaba en juego. Efectivamente, un gran temor de los dirigentes políticos era su desaparición c...