Es difícil hablar de autobiografía femenina como tal, ya que no han sido muchas las mujeres escritoras que se han entregado a la lectura de sus vidas a través de la escritura; la autobiografía ha sido, de otra parte, un género en el que han primado las voces masculinas. Si algunas mujeres han conseguido escribir sus autobiografías ha sido porque se lo han impuesto como reto en un medio que les es particularmente adverso. Tradicionalmente a la mujer le han asignado (impuesto) papeles que no le han dejado suficiente tiempo para entregarse al enriquecimiento de su intelecto y para el consecuente ejercicio intelectual. Algunos críticos consideran que cuando una mujer emprende su autobiografía no la hace desde el punto de vista femenino, que no se atreve a sustentar claramente un pensamiento femenino y que, en consecuencia, no hace más que irrumpir en un dominio masculino. En este sentido se considera importante estudiar la producción autobiográfica femenina, precisamente por la lucha que representa para cada una de las autoras ubicarse dentro del mundo de la escritura con su propio lenguaje y con su visión del mundo, independizando su expresión del dominio masculino. En este sentido se considera importante estudiar la producción autobiográfica femenina, precisamente por la lucha que representa para cada una de las autoras ubicarse dentro del mundo de la escritura con su propio lenguaje y con su visión del mundo, independizando su expresión del dominio masculino.