Una pintura de achiote en la pared de la cueva es la memoria de los hechos. Ha estado allí durante siglos como un grito de color rojo que lucha por volar más allá del Peñón de Sutatausa. Son trazos hechos con la ira de los derrotados y en ellos se ven cuerpos que caen de las alturas. Los dedos pintados de Chaicu dibujan la escena que le consume el corazón. En un lugar de otro tiempo, el pequeño Víctor delinea en el papel unas figuras extrañas que...