Bizancio, el Imperio heredero del romano y defensor tenaz de la religión cristiana, desarrolló una civilización tan espléndida que acabó por ser irresistible para sus contemporáneos. Los trabajos de sus orfebres, las sedas finas, los vasos de piedras duras, manuscritos y marfiles fueron buscados con denuedo. Los mosaístas bizantinos más exquisitos dejaron su impronta en Córdoba, Damasco, Kiev y Palermo. El triunfo de la Ortodoxia permitió desarro...