El hombre no parece ser un aventurero, aunque resulta más que eso. En su infancia, creció bajo el amparo del maestro Erasmo de Rotterdam y de sus padres avezados poliglotas y traductores profesionales, en los entornos de la Universidad de Lovaina. Su destino no eran las armas, como lo ensayó en la Marina imperial, sino en las letras. Y así parece que se disparó su existencia. Su brillante panfleto intitulado Crímenes de los papistas en América, c...