Una cámara fotográfica Minolta, lente de 35 mm, 60 rollos en blanco y negro de ASA 400 y de 36 exposiciones, una grabadora Sony con modulador de velocidad de casetes pequeños, 18 casetes de 60 minutos, un entrevistador, un fotógrafo y una pregunta: ¿Sabes qué es un sueño Un sueño es un pensamiento bonito, me gustaría tocar un gato, responde Santiago Castañeda. Para Alejandra Cote, de tres años, un sueño son estrellas fugaces. Kevin Garzón no vacila antes de responder: Un sueño es una imaginación que no existe. Entre 2004 y 2006, salimos los sábados con esta pregunta a cuestas. La segunda pregunta que se formulaba era ¿me cuentas uno de tus sueños El desarrollo de las entrevistas lo iban marcando sus respuestas. Algunos entendían la palabra sueño como un deseo a realizar en el futuro; otros, como una experiencia onírica. Eran libres de elegir su propia interpretación. Las entrevistas se hacían individualmente y duraban entre 10 y 20 minutos. Pocos guardaban silencio. Miedos, deseos, necesidades y recuerdos salen de la palabra sueño como sale el conejo del sombrero de un mago. Luego de recorrer las 20 localidades de Bogotá, teníamos más de trescientos testimonios, cientos de fotografías, muchísimas páginas de transcripciones. No fue fácil clasificar el material, menos fácil elegir los testimonios que irían en esta versión final. Tuvimos en cuenta la diversidad temática y narrativa de los testimonios, y la calidad de las fotografías. En ningún caso seleccionamos material que pudiera perjudicar la integridad física o moral de los participantes.El resultado final de esta investigación es un espacio donde niñas y niños anónimos se transforman en personas con un rostro y un nombre. Niños trabajadores, niñas huérfanas, niños desplazados por la violencia, niñas maltratadas, niños privilegiados, se convierten así en personas con quienes compartimos la ciudad y el deseo colectivo de un mejor futuro. Personas que nacieron aquí, personas que han venido de todas partes del país, personas que, como nosotros, viven y sueñan en esta ciudad.Miedos, deseos, necesidades y recuerdos salen de la palabra sueño como sale el conejo del sombrero de un mago. Luego de recorrer las 20 localidades de Bogotá, teníamos más de trescientos testimonios, cientos de fotografías, muchísimas páginas de transcripciones. No fue fácil clasificar el material, menos fácil elegir los testimonios que irían en esta versión final. Tuvimos en cuenta la diversidad temática y narrativa de los testimonios, y la calidad de las fotografías. En ningún caso seleccionamos material que pudiera perjudicar la integridad física o moral de los participantes.El resultado final de esta investigación es un espacio donde niñas y niños anónimos se transforman en personas con un rostro y un nombre. Niños trabajadores, niñas huérfanas, niños desplazados por la violencia, niñas maltratadas, niños privilegiados, se convierten así en personas con quienes compartimos la ciudad y el deseo colectivo de un mejor futuro. Personas que nacieron aquí, personas que han venido de todas partes del país, personas que, como nosotros, viven y sueñan en esta ciudad.El resultado final de esta investigación es un espacio donde niñas y niños anónimos se transforman en personas con un rostro y un nombre. Niños trabajadores, niñas huérfanas, niños desplazados por la violencia, niñas maltratadas, niños privilegiados, se convierten así en personas con quienes compartimos la ciudad y el deseo colectivo de un mejor futuro. Personas que nacieron aquí, personas que han venido de todas partes del país, personas que, como nosotros, viven y sueñan en esta ciudad.