<p>La duquesa de Windsor los adoraba. Noël Coward los despreciaba. J. R. R. Tolkien los desairó. Los Rolling Stones los copiaron. Bob Dylan los introdujo a las drogas. Leonard Bernstein los admiraba. Muhammad Ali los llamó «mariquitas». John Updike los comparó con el sol saliendo en una mañana de Pascua. Los primeros ministros británicos los adularon. Vladimir Putin dijo que escucharlos cuando era joven en la Unión Soviética fue «un soplo de libe...