<p>Sola. Agarrada a un viejo osito de peluche. Aovillada dentro de un armario cerrado con cadenas en una casa deshabitada en la que se ha declarado un incendio.<br><br>Es sólo una niña pequeña, de ojos negros tan oscuros como el pelo desgreñado que le cubre la mitad de la cara. Se mueve lenta, y casi no habla ni reacciona. Impertérrita pese a todo, parece vivir en otro mundo.<br><br>Ella es Mara, y sólo con una mirada la gente se estremece.<br><b...