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Tal vez en el transcurso de tu vida has atravesado muchos obstáculos, momentos donde el miedo y la desesperanza han querido apoderarse de tus pensamientos; ocasiones donde el gigante con el cual has tenido o tienes que enfrentarte es tan grande que solamente te deja dos opciones: luchar con tus fuerzas humanas o pedir que Dios luche por ti.
Quisiera compartirte acerca del amor y la misericordia de Dios, ese Dios que no es un Dios distante como muchas podemos pensar, a veces; las angustias que vivimos no nos permiten ver que a solo un paso, una mirada de nuestro problema, está este Dios soberano que es capaz de transformar cualquiera sea la situación, no importa si los problemas son grandes o pequeños, fáciles o complicados, el mismo Dios que abrió el mar para que su pueblo pueda pasar, es el Dios que quiere obrar en estos tiempos.
Solo tenemos que atrevernos a creer que su poder no tiene límites; solo debemos confiar en que si nos atrevemos a embarcar en la misma barca que Jesús, los milagros continuarán sucediendo, sin importar cuan inmenso sea el problema, mayor es el amor de Dios.