<p>Farías vivía en el encuentro, en el suceso fortuito, en el accidente, en la sorpresa. Cualquier calle de la ciudad era posible para Farías, cualquier biblioteca podía ser el lugar de una ligera o profunda lectura, cualquier taberna o cafetín era el punto para el regocijo de la conversación. No tenía citas con nadie, éramos los nadies los que íbamos hacía él, el solitario que siempre nos hizo creer que lo acompañaba una muchedumbre. Ese es el s...