<p>Kim Grant estaba recogiendo a toda prisa la ropa interior que se le había desparramado por el suelo del aeropuerto. De pronto, sus dedos toparon con unas piernas de acero; el caballero Rick Taylor había acudido en su ayuda. Su salvador era sexy, inteligente... y se interponía entre ella y el único coche de alquiler que quedaba y que necesitaba urgentemente para llegar a casa.<br>Poco después se encontraba embarcada en un viaje a través del paí...