<p>La debilidad del gigantesco proletariado mundial no yace en su tamaño, como creyeron aquellos que proclamaron su ¨adiós¨. Su punto flaco está en su cabeza. En la ausencia de dirección a sus luchas, en los límites de su conciencia de clase, de la situación y de su propio poder. <br>El mundo está en sus manos y no se da cuenta. Es un resultado de la derrota de los `70 y el poder del posmodernismo para vaciar el arsenal teórico de la revolución.<...