<p>En la primera parte de Cuentos con y sin pintores, hay un pintor ciego que tantea a la modelo para estampar sobre la tela los trazos de la pasión; está el condenado al milagro de encontrar en la meticulosa realidad cada obra que proyectaba crear; están los pentimentos de la pintura de un muerto que afloran paso a paso como oráculos; están unas pinturas que anuncian el renacimiento de las artes plásticas merced a la atención centrada sobre ese ...