<p>El 3 de julio de 1971, Jim Morrison moría en París, y no de sífilis -atravesando la misma crisis demencial que sus dos grandes maestros, Rimbaud y Nietzsche-, sino envuelto en el más profundo misterio.Aquí está Jim Morrison en toda su complejidad: cantante, filósofo, poeta, delincuente. El brillante, carismático y obsesionado buscador que rechazó la autoridad en cualquier forma, el explorador que analizó "los límites de la realidad para ver qu...