<p>«Tan solo dormí algunas horas cuando me fui a la cama, y sintiendo que no podía dormir más, me levanté. Había colgado en la ventana el espejo con el que me afeito, y comenzaba a hacerlo.<br>De repente, sentí una mano en el hombro, y escuché la voz del conde que me decía "Buenos días". Me asusté, pues desde donde estaba podía ver el reflejo de toda la habitación, pero no lo había visto acercarse. Debido a ello, me corté levemente, aunque en el ...