<p>Cuando me brindaron la oportunidad de dejar Nueva York para vivir en Londres tres meses, no me lo pensé dos veces.<br>Nada más aterrizar me enamoré de las cabinas de teléfono rojas, los palacios y los taxis negros. Pero mi sitio favorito es el metro. Está a reventar de tíos buenos con traje.<br>Por eso no dudé en aceptar cuando me ofrecieron trabajar para un abogado.<br>En el trayecto hacia mi primer día de trabajo perdí el equilibrio y me caí...
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