<p>En El hombre que no sentía miedo nos adentramos en los enigmáticos rincones de Antequera, donde la línea entre lo natural y lo sobrenatural se desdibuja en el manto de la noche. Aquí, una casa abandonada resuena con los ecos de una infancia llena de terror; una cueva se convierte en santuario de lo divino y lo inexplicable, y los cielos se iluminan con luces cuyo origen desafía toda lógica.<br>Pero en el centro de estos misterios se encuentra ...