<p>El alcoholismo es como un elefante que entra en nuestra casa y que, al principio, incluso nos hace gracia. Con el tiempo, el elefante crece, se apodera de casi todo el espacio de nuestro hogar y empieza a condicionar las conductas de todos los miembros de la familia. De todos. El problema es que se trata de nuestro elefantito, que ahora ha crecido, pero es nuestro. Y, a pesar de las complicaciones que provoca, nadie se atreve a decir nada.<br>...