<p>Agatha sabía que algo tenía que hacer en ese mundo nuevo: algo la invitaba a seguir y ningún dolor anunciado, ningún sueño postergado, iba a detener su intriga y su pasión. Todos tenemos un camino y un adiós. Saber a qué vinimos y descubrir nuestra misión desde un disparador divino como el amor es lo más sublime que cualquier ser quisiera experimentar a pesar del desgarro y del dolor.<br>Agatha y Horacio fueron dos seres en almas que ya pactar...