<p>Recuerdo que un hombre venía por la vereda. Sin decir nada, León le saltó al cuello y le pinchó con el cuchillo. Me impresionó el susto del tipo, los grandes ojos tan abiertos, la piel del cuello roja e hinchada, el miedo. Le gritó: ¿Salta con la billetera! El hombre ni siquiera se defendió. ¿Ándate -le dijo-, ándate, no quiero verte más por aquí! Nos reímos mucho esa noche.<br>-Para otra vez avisa, no sabía que andabas armado.<br>-No hay arma...
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