<p>Nada hay más apremiante que la calma de una ciudad. Como si los conflictos se hubieran evaporado. Allí donde vive Orestes, viudo y jubilado, que arana y necesita paz para su vida, la injusticia esta exiliada. Mora detrás del muro que divide el lugar, al este de su hogar, y del hogar de todos aquellos que tienen la suerte de existir al margen de la inclemencia. Pero como todas las ilusiones, existe para estallar. Y lo hace por un hecho menor: u...