<p>La aurora del nuevo siglo fue un momento de euforia para Occidente, y en especial para su potencia hegemónica. El desplome del «socialismo real» parecía abrir la puerta al fin de la Historia, al predominio pacífico del capitalismo y de la libertad política personificados por los Estados Unidos. La amenaza exterior del bloque soviético se había disipado con el desplome de la URSS y despuntaba el «nuevo siglo americano», un imperialismo feliz cu...