<p>Los tres estudiantes del colegio Sagrado Corazón creían tener una vida normal: les iba muy bien en el colegio, tenían buenas calificaciones, no tenían problemas con sus padres y todos los fines de semana salían al cine o a jugar al fútbol. Todo parecía ir normal hasta que, a principios de marzo, llegó un profesor de matemáticas para reemplazar al fallecido profesor Eduardo Martínez. Desde el primer minuto logró despertar la inquietud en los jó...