<p>"'Uno no puede amar lo que no conoce', escribió Shakespeare hace algunos siglos. Por eso, cuando era chica, me costaba amarme. Lo del amor propio me parecía un concepto extraño, ajeno. Solamente sabía que en mi vida había desorden, oscuridad. Ni siquiera era oscuridad, era más bien una neblina que me rodeaba. No sabía quién era; por lo tanto, no podía amarme. Eso era para otros, no para mí. Muchos años después me crucé con un nuevo concepto qu...