<p>Por lo común no solemos tomar en consideración las potenciales fragilidades del ser humano a la hora de pretender traducir en acciones los proyectos de orden social, político o personal que concebimos. Se tiende a pensar que todos ellos vienen avalados por una plena racionalidad, una no menor autonomía de las personas y el convencimiento de que está al alcance de nuestras posibilidades su exitosa realización. Una y otra vez, sin embargo, la ex...