<p>Desde la tibia voz del soliloquio, el presente cuaderno se alza como una plegaria en busca de la proximidad. Toda su impronta es una alegoría del encuentro ungida de cimarronaje que interpela la intolerancia y la exclusión. Su anhelo manifiesto consiste en trenzar geografías escindidas del alma que ansían la esfericidad apelando a la calidez inmanente del amor. Fragmentos vitales encarna una suerte de teología poetizada que esgrime la nobleza ...