<p>Esta es la semblanza de un hombre que conmueve. Conmueve por su sencillez, su calidez, su humildad, su humanidad; conmueve por sus llamadas telefónicas a personas anónimas, sus gestos de ternura, su sonrisa acogedora para con los niños que vienen a tirarle de la sotana o a sentarse en el trono pontificio mientras habla; conmueve por su libertad de palabra, su condena de la arrogancia, de la inmoralidad o de la hipocresía de algunos clérigos, s...