<p>Desde que tengo memoria, me inquietaba un sueño recurrente: la silueta de un triángulo con casitas como si estuvieran colgadas, y un salto de agua amarronada que bajaba desde la cima de la montaña.<br><br>Transcurría el año 1996 cuando, un día como tantos, mi esposo, que estaba en su escritorio, me llamo agitado con una alegría eufórica. Me llevo a la pantalla de su ordenador y me mostró la imagen de una foto antigua amarronada que encontró e...