<p>Hubo un tiempo, recuerdan los ancianos, en que la luna, desde su otero, iluminó las sombras y consiguió alejar a los espíritus y bestias que en ellas habitan. Fue entonces cuando la primera de las reinas, venida de tierras extranjeras, logró la paz en las tierras del sureste de la península. Ella y sus sucesoras, siguiendo los deseos de la diosa en el cielo, guardiana de la noche, lucieron las lágrimas de la luna y se impusieron a los hombres ...