<p>En la Quebrada jujeña pasan cosas mágicas. Había una vez una bruja y una maga que dibujaban un huerto y componían canciones. Y había también una cocina y una cazuela, donde el corazón de las personas no permitía que se acabara el guiso de quínoa. Y había un hada con alpargatas azules y corazón de mango, guardiana de las semillas y las risas de los niños. Y también una media perdida en un laberinto de choclo, del que solo se podía salir con ale...