<p>Ni ángel ni bestia, según la conocida sentencia de Blaise Pascal, el ser humano no posee una naturaleza predada y conclusa, sino una condición histórica y contingente, polifacética y ambigua. Por más que se sueñe omnipotente e infinito, está condenado a existir en la escasez, la incertidumbre y la imperfección, y su vida es un drama abierto e impredecible, que sólo la antorcha de un pensamiento a la vez lúcido y cordial -lógico y mítico, racio...