<p>«Si un engaño puede materializarse es porque siempre hay alguien dispuesto a creer». Es la primera ley de la mentira, y los impostores que se pasean por estas páginas lo saben a la perfección.<br>Porque solo alguien entregado de antemano puede aceptar que un desconocido le venda la torre Eiffel. O que la Luna está plagada de seres estrambóticos. O que un pobre infeliz de la Alemania del Este le pasa a un coleccionista del otro lado del muro lo...