<p>La primera vez que un organismo del Estado fue notificado de las amenazas que acechaban a Ámbar Cornejo, ella tenía tres años. A los cuatro fue ingresada a una residencia del Sename, porque de su madre no recibía ni los cuidados más básicos. A los siete fue abusada sexualmente. A los nueve, un centro especializado recomendó que la niña quedara al cuidado de su abuela. A los doce, un tribunal de familia determinó que volviera a vivir con su mad...