<p>El avance imparable del progreso ha traído consigo, junto a innumerables beneficios, una pandemia emocional que no conoce virus ni vacunas, que no aparece en los análisis ni en las radiografías, que no podemos medir y que no sabemos describir. Es una epidemia de nuevos trastornos mentales que han surgido o que, si ya existían, se han visto exacerbados por el malestar que la vida cotidiana actual nos procura con sus demandas, sus obligaciones y...