Durante la ocupación nazi en Hungría, una familia es obligada a abandonar su casa para ser trasladada a un campo de concentración. Antes de abordar el tren con un destino para ellos incierto, Ildikó le hace señas a su marido para que tome a la niña, Marta, que está junto a él, y se escondan de los soldados para escapar. Ella hace lo mismo con Pedro, su hijo más pequeño, y corre. Corre sin parar. Con desesperación. Su marido no se mueve, no puede hacerlo, y permanece en la fila con Marta. Ildikó inicia así una carrera que parece no encontrar jamás un final.
Esta novela sigue el recorrido de Ildikó y su hijo, cuyas voces se alternan para relatar lo inimaginable. En esta historia concebida por ella pero vivida por muchos, Ángeles Casá demuestra una pericia cinematográfica al elegir dónde posar su lente y qué planos hacer para dar espacio a que los lectores se acerquen al dolor y a la culpa, al miedo y a la ira, al amor y a las alegrías con los que estos sobrevivientes deben continuar sus vidas.
«En el bosque de Skarzysko, / el eco soporta / mi canción atormentada. / ... los árboles tiemblan ... / porque sólo a ellos / yo he transferido mi dolor», escribió en secreto Henryka Karmel, confinada a un campo de trabajo forzado polaco. Esta primera obra narrativa de Ángeles Casá se hace eco de esa melodía que nunca debe dejar de sonar.