<p>Hayden se sentía confuso una vez más, acorralado y bailando con la muerte como la absurda rata que era. Las oportunidades le rechazaban y se escurrían como el agua entre sus manos, con la única compañía de la droga palpitándole en el cerebro y de aquellos ojos acusadores mirándole desde el lado opuesto de la habitación, en el lienzo.<br>Tenía un cuadro de veinte millones de libras frente a él, un robo legendario con su firma, una cadena de ase...