<p>La escena en la que un grupo de jóvenes (o no tan jóvenes) han quedado a tomar unas cervezas y, absortos en las pantallas, con la cerviz agachada, permanecen whatsappeando cada uno por su lado, se nos ha hecho por desgracia habitual. No es una cuestión que afecte solo a unos pocos. Se nos ha ido de las manos. El riesgo de que nuestra vida acabe fagocitada por los dispositivos móviles es real. Los propios Bill Gates y Steve Jobs limitaban la te...