<p>En el momento en que vi al nuevo fotógrafo de Rallegra, la revista en la que trabajaba en Londres, supe el tipo de hombre que era: arrogante, impertinente y muy rico. Las chicas de la revista se lo empezaron a comer con la mirada en cuanto su culo de acero cruzó el umbral de las puertas de nuestras oficinas.<br>Cuando me vi obligada a viajar con él a París para hacer un reportaje, no estaba interesada ni en su sonrisa seductora, ni en su sexy ...