<p>La poesía de Aníbal Arias detiene la complacencia, con brusquedad pone a distancia la melosa saliva de la adulación, no se congracia, ni siquiera de modo evocativo con un viejo ritmo, acento o metro heredado o extraído de las bisuterías tradicionales. No hay en sus fracturados argumentos juicios morales, cuando creemos advertir una salida confesional, nos encontramos de súbito con el peso de una ironía. Su elocuencia es de bajo mundo, de terri...