<p>A comienzos de los 2000, América Latina era el faro del progresismo: la marea rosa entusiasmaba con políticas de inclusión social, distribución del ingreso y ampliación de derechos. Casi como una aguafiestas, ya entonces Maristella Svampa reconocía esos logros pero veía señales de agotamiento ideológico en el verticalismo y la ausencia de autocrítica, la apuesta por una economía extractiva a expensas de la sostenibilidad ambiental y la retóri...